lunes, 24 de septiembre de 2018

A la Musa de mis entrañas

Querida Lisi:


Ni la amante de Quevedo, ni la agonía de Petrarca por Laura.
Ni el deseo de Juana de Asbaje, ni las lisonjas de esta fiel servidora.
María Luisa,  a usted le imploro, condesa de  Paredes.
No es que mi indulto sea por decoro.  Ni mi llanto tan perenne.
Mi  diáfana intención es la búsqueda de vanagloriar  su figura
y llevarla hasta lo más alto de la noria;  que no hay gloria en donde more
mujer más tentadora;  que despierte  carne y mundo, empero,
 cuando su rostro asoma.



María Luisa,  son sus labios dulces rosas,
deshojadas margaritas.
 Y son sus ojos cristalinos,
pequeñas piedras esterlinas.
Ni el Santo Padre, ni el Santo Oficio, ni los reyes de la Nueva España
volverían mis palabras un edicto,
o gozosas
         de revelación santa.





Sin importunarla,  confesar debo, restar constancias de sus primores
y secretos palaciego;
que por carencia de vocación de literata y de finura cortesía
ni siquiera me atrevo a retratar su figura,
ni cautivarme pretendo de tal afrodisíaca beldad.

Lucia Galluccio

1 comentario:

  1. que hermoso!
    me encanta Sor Juana Ines de la Cruz.
    Estoy viendo la serie. Y justo abro el blog, y en lo primero que reparo es en estos poemas.

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