miércoles, 29 de noviembre de 2017

In Wonderland


“… vi a otro ángel descender del cielo, y la tierra fue alumbrada con su gloria.” (Apocalipsis 18: 471)

Perdí la cuenta de las veces que escribí estas líneas, también perdí la cuenta de las veces que sonreí al ver tu nombre aparecer en mi celular, como ahora que me dices ‘Nena ¿Cómo estás?’, no respondo, detesto sonreír por ti. De la misma manera que detesté quedarme con la boca abierta la primera vez que te vi.
Nadie me preparó para verte entrar por la puerta de aquél lugar o para escucharte recitar con claro nerviosismo unos versos de algo que no recuerdo ¿Y Cómo recordarlo? ¿Cómo?  Teniendo tantas cosas que mirar, como la forma nerviosa de tocar aquel  fino azabache oculto bajo los restos de un tinte sin retocar.
Sabía que estaba mal, sabía que mi corazón no podía detenerse al escuchar tu risa, pero que difícil fue evitar que mis manos tiemblen con tu mirar. Aceptar que provocabas mil emociones en mí fue lo más duro de pasar y mirá que rompí una relación de dos años sin parpadear. Pero cuando agarraste mi mano ya no hubo vuelta atrás, sentí cómo Dante me arrastraba hasta el sexto nivel del infierno, cómo mis dedos expulsaban humo con cada roce.
TUC
TUC
TUC
y otra vez a temblar.
Me dio risa como te mirabas en el espejo la otra noche, a la vez que me decías algo sobre tu aspecto, ¡JA! Si supieras la belleza que emanas en cada paso, ni Odín, ni Thorin, ni el Rey de los Sith se resistirían a ti, así que dime cariño ¿Cómo esperas que yo, simple y banal mortal, me resista a ti? 

Evolet Pitt

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