sábado, 1 de septiembre de 2018

La Pianista de largos dedos


La Pianista de largos dedos, sentada sobre  la butaca.
La vista se le desvió involuntariamente hacia el púlpito desde donde procedía la lectura de los Salmos.
Sus ojos se perdían en la infinitud del azul grisáceo, eclipsados por unas cuantas lágrimas.

Ella,  embelesada.
Ella, absorta.
Ella.
Cautivada por la mágica melodía del piano.
Ella, seducida.
Ella, fascinada.


La Pianista de largos dedos, 
estaba enajenada, triste.  
Comenzó a acrecentarse el ritmo 
del latir,
palpitar
bombear.
Ella, las dejó caer.
Ella, no se percató.
Ella.

No percibió las notas  resbalar de sus dedos
con pulcra suavidad.
Y por el suelo de la capilla 
 las notas se esparcieron .

         La Pianista de largos dedos, 
              se irguió nuevamente en su butaca

                  Al momento que la tormenta estalló;

             Y   las primeras gotas de lluvia 
                     arremetieron contra los vitrales.



Lucia Galluccio

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